El seguimiento a Jesús nos exige despojarnos de todo, aún renunciar al mundo familiar, social, económico y cultural. A todo aquello que nos ate y no nos deje la libertad para asumir todo lo que Jesús hizo por amor. Seguir a Jesús, tomando su cruz nos cuesta, nos asusta, pero es ir tras las huellas del Maestro, supone coherencia de vida, valentía. No buscar el arribismo, el tener más para dominar al otro. El seguimiento a Jesús es amor, entrega, abandonarnos en sus manos y ser conscientes que todo lo que hagamos lo hacemos en su nombre. Porque el camino de la cruz nos lleva a la libertad, a saber respetar y acoger a las personas como hermanos, como lo exige Pablo a Filemón: “Trata a Onésimo no como esclavo, sino como hermano muy querido. Quiérelo como yo, porque tú eres cristiano” (Fil 9,16.20).

domingo, 25 de marzo de 2012



La situación de la Vida Consagrada, según la visión de Benedicto XVI




Hablar de la situación de la vida consagrada, y más a nivel mundial, no deja de ser pretencioso. Abarcar todas las vicisitudes, la problemática, las particularidades de este tipo de vida, pudiera parecer una encomiable empresa, pero riesgosa. Dejar a un lado componentes principales, o recalcar aquellas que no lo son, pudiera llevar a conclusiones falsas o desviadas de la realidad. Sin embargo no debemos olvidar que un análisis, un diagnóstico, si bien se apoya en la realidad, nunca puede reflejarla completamente. Los tentativos de presentar una realidad tienen como finalidad última el llegar a conclusiones que ayuden a mejorar dicha realidad. Quedarse simplemente en el análisis de la realidad sin dar una interpretación a la misma para sugerir algunas soluciones, sería un mero ejerció académico. Conocer la realidad, al menos en sus variables más importantes, es el vehículo que nos debe llevar a encontrar medios adecuados para mejorar la realidad.

Un buen análisis de la realidad debe comenzar con una premisa: la sinceridad. Aceptar la realidad tal como es, sin menospreciarla ni sobrestimarla. La realidad de la vida consagrada es una y no se puede negar. De lo contrario no seremos capaces de hacer algo por mejorarla. Si la realidad de la vida consagrada no se considera con toda objetividad, se puede caer en el error de pensar que es un organismo sano, cuando en verdad puede que adolezca de muchas enfermedades. O por el contrario, puede pensarse que no tiene solución y se caerá entonces en la desesperación, la desilusión o la depresión, actitudes muy comunes estas últimas en el continente europeo.

Debemos también considerar la persona que hace el análisis de la situación. Desde un punto de vista meramente humano, quien posee informaciones de primera mano, de diferentes fuentes, a nivel internacional, está en mejor posición para dictaminar sobre la realidad de la vida consagrada, que quien posee una visión parcial de la vida consagrada, porque la considera desde su propio punto de vista, desde su ideología o porque toma en consideración sólo un sector geográfico en donde se desarrolla la vida consagrada. Y si hablamos desde el punto de vista espiritual, no podemos pasar inadvertida el hecho de que quien ejerce el ministerio cetrino goza de una especial asistencia del Espíritu santo.

En base a estas consideraciones podemos pensar que la visión de Benedicto XVI sobre la situación de la vida consagrada goza de ciertos privilegios, humanos y espirituales, que le permiten expresar sobre ella un juicio certero. Además es muy conveniente tomar en cuenta que su formación académica, como profesor e investigador, ha formado en él una mente analítica que le permite analizar situaciones complejas, expresándolas en palabras claras, simples y llanas. Por último, otro factor que juega a favor de Benedicto XVI en esta labor de análisis de la situación de la vida consagrada, ha sido los juicios que sobre ella da ha expresado en diversos momentos importantes de la historia de la Iglesia. En primer lugar, como Cardenal Joseph Ratzinger y en calidad de Prefecto de la Congregación de la fe católica, en la Propositio n.39 del Sínodo de los obispos sobre la vida consagrada. Siempre como Prefecto de la Congregación de la fe católica, y en segundo lugar en las intervenciones que ha tenido sobre la oración cristiana  y en ocasión de la condena sobre el profetismo en la Iglesia.

Pensamos por tanto que la visión de Benedicto XVI sobre la situación de la vida consagrada es desde los puntos de vista antes enunciados, digna de ser tomada en consideración como un punto de referencia para el análisis y la solución de los problemas que aquejan a la vida consagrada y que por tanto el título de este artículo no tiene nada de pretencioso, siempre en la visión de Benedicto XVI.

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